Reputación proviene del verbo latino putare, que quería decir cortar. De ahí nos viene podar. Y contar también tiene el mismo origen, porque com-putare no era sino ir haciendo cortes para ir contando, ya sean marcas físicas, cortes en las pila... Reputar, pues, significa volver a contar.
La reputación vendría a ser lo que contó y que todavía vuelve a contar, lo que sigue valiendo. La reputación acumulada es un activo intangible muy importante, y que tiene un gran valor económico. Como siempre se dice, es lento y difícil de crear y fácil y rápido de destruir.
Ante las malas prácticas llevadas a cabo por parte de personas físicas y
jurídicas que tenían una reputación significativa, ahora es el momento de
volver a reputar, volver a contar, es decir, reasignar de nuevo el
grado de reputación.
A la ciudadanía y a los diferentes grupos de interés les toca reputar,
reasignar el valor reputacional de cada empresa o persona relevante. Pero
ahora sería oportuno mejorar la forma como en el imaginario de cada uno
hacemos este cómputo, corrigiendo un exceso de influencia de la
notoriedad de marca, conseguida por la inversión publicitaria, y
aumentando el peso de la valoración de la manera de hacer, del
comportamiento corporativo, de la asunción de compromisos, de la
coherencia, de la sensibilidad, de los impactos...
Los compromisos y buenas prácticas de Responsabilidad Social son para
una empresa una forma de crear reputación, y de disminuir la volatilidad
ante cualquier contratiempo. Y convendría que formen
parte de manera bien consciente en la pauta mediante la que conferimos o
reconocemos reputación a una empresa. Y ello, por
supuesto, requiere una profundización en el conocimiento general de qué
es, cómo se lleva a cabo y qué sentido empresarial tiene la
responsabilidad social.
Nota: artículo publicado en [es] Diario Responsable y [ca] Jornal.cat
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