No deja de ser una gota más en las sensaciones que usuarios y ciudadanía en general podemos sentir contra este negocio, que se hace llamar compañía pero que parece gestionada como un chiringuito. El problema es que presta un servicio público y su privatización no ha facilitado ni que deje de tener una cultura corporativa propia del antiguo régimen.
Todo esto me ha hecho pensar que pedí una factura en Renfe en fecha de 16 de abril, hace dos meses y medio, de billetes comprados no en línea. Y no he recibido nada. Como ya imaginaba que hacer una factura legal sería algo complicado, lo escribí en este blog:[ca] Demanar una factura a Renfe
[es] Pedir una factura a Renfe
En aquella reflexión concluía: "... he enviado ahora mismo un correo a este buzón pidiendo la factura. ¡Qué alegría que tendré si soy tan afortunado de recibir mi factura! [...] a ver, a ver...".
Pues eso, a ver, a ver si ahora me responden, y sino tendremos que ir a la Agència Catalana de Consum. La única multa útil en términos de bien común e interés general sería una multa tal que nunca más pudieran levantar la cabeza y que supusiera su extinción como chiringuito de prestación simulada de servicios públicos.













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